viernes, 29 de junio de 2012

REENCUENTROS, SIEMPRE REENCUENTROS.


Rio Amazonas.

Desde el momento que salimos de Buenos Aires, ese 18 de noviembre de 2011, pensamos en el reencuentro. Con la familia, los amigos, nuestras cosas, el barrio, San Lorenzo (en mi caso). Irse lejos de tu lugar es extrañar, extrañar es recordar, recordar es mantener vivo el pasado para imaginar el futuro todos juntos, como siempre. Pero diferente.
Esa lejana despedida nos hace soñar con una llegada memorable, entrañable. Pero dentro del viaje también existen despedidas y reencuentros. Y desde que partimos de la selva hasta salir de Perú, se produjeron muchos de estos.
El regreso de Iquitos a Lámud fue tan demoledor como la ida. Para que se imaginen: dormís en una cama y te duchás un día, y después de tres días de barco, uno de bus y un taxi, llegás a la madrugada, sucio y cansado. Pero todo vale la pena. En el regreso, paramos unas horas en Tarapoto y comenzó el primer reencuentro. Michael, quien nos alojó en Chiclayo, estaba de paso y coincidimos unos minutos en la plaza. Recuerdos, abrazos y nuestra primera sensación de regreso. Tarapoto era una ciudad desconocida para nosotros, de golpe se transforma en el living de tu casa.

Con Roxi.
Lámud nos regaló otro momento de alegría. Roxi nos recibe, siempre alegre, y la sensación de ambiente familiar brota en el aire. Salir sabiendo que te esperan te da la seguridad que cualquier viaje en tu vida tiene un fin, un regreso. La casa de Roxi era nuestra casa, ella una hermana y Fusca el amigo incondicional. Si, diez días sin él se convierten en un martirio. Esperar un micro, hacer dedo y todas esas cosas las dejo para la gente paciente. Nosotros preferimos el bólido amarillo.
Pasamos unos días más, intenté nuevamente con la pesca (¿hace falta aclarar los resultados? El día que pesque algo publicaré una entrada solo para contarlo) y nos tuvimos que ir. El permiso de estadía en Perú nos apretaba y necesitábamos partir. Última cena con Roxi y Sarita y a la mañana partimos hacia Piura. ¡¡¡Gracias por todo Roxi, prometemos volver más rápido que Walter!!!

Imposible no volver.
Salimos e hicimos noche en un peaje, el mismo de la ida. Nuevamente dormir en el auto, amanecer entre montañas, saludar a la mañana a desconocidos, pedir permiso e higienizarse en un baño público. ¿Incómodo? No, glorioso. Salimos y en Piura nos espera Javier, primo de Jorge que tanto nos ayudó en Chiclayo. Y una vez más nos da una mano. Entramos a la ciudad, lo esperamos en un shopping y la buena onda que nace. ¿Cómo explicarles que se siente cuando una familia desconocida en menos de 24 horas te reciba, te lleve con su auto a recorrer, te invite a cenar, desayunar, a dormir en su casa y al otro día le decís “me tengo que ir”? La sensación de deuda es eterna. Javier, Slavika y sus hijos (dos niños que a los pocos segundos de conocernos nos decían tíos) nos mostraron que un extraño no es alguien que no conocés, sino que ignorás. Y por si fuera poco, nos acompaña hasta la salida de la ciudad. No nos vamos a cansar de decirlo ¡¡¡Gracias!!!


Una familia que nos llenó el corazón.

Nuestro destino es Máncora. Mar pacífico nuevamente, promesa de buenas ventas y un reencuentro especial. Walter, tan nombrado en este blog, nos prometió llegar acá y compartir parte del viaje. El ya recorrió Sudamérica y pueden seguir su viaje (http://www.america-depie.blogspot.com/). Creo que casi todos saben la historia de cómo surgió esta aventura. Para los que no, qué mejor que el propio protagonista cuente un poco como fue:

Montañita, Ecuador. Lunes, 18 de Junio del 2012
“Si hoy me preguntan si me imaginaba viajando con Fede por América, sin dudarlo respondería: “Por supuesto que sí”. En general esta frase termina diferente, pero en mi caso si dijese lo contrario solo estaría faltando a la verdad. Conozco a Fede desde hace muchos años, muchos y largos. Y aunque una de las primeras veces que nos hablamos, allá por los ´90, no fue de forma muy amistosa pero si simpática (algunos conocerán la anécdota), siempre hemos tenido una muy buena relación. El secundario nos presentó, la universidad forjó nuestra amistad y la vida nos hizo crecer como amigos, compañeros y, en lo personal, como el hermano que nunca tuve. Justamente, fue en esos largos, casi eternos años de Universidad, donde nos propusimos viajar una vez terminados los estudios. Esos años llenos de sueños y proyectos son maravillosos; el empuje, el énfasis y el idealismo de los 20 y pico son inigualables. Hay un pulsar interno que nos lleva a buscar grandes logros, a ir por grandes conquistas y en definitiva, la concreción o no de estas, consolida nuestro carácter y voluntad hacia adelante. Pero esa conquista, fundamentalmente, es interna. Si sabemos elegir correctamente nuestros sueños y proyectos, nos estaremos conquistándonos a nosotros mismos, porque esos sueños, sin duda, se cumplan o no, nos convierten en mejores seres humanos.
La vida, con su generosidad de madre, nos regala compañeros de viaje para sostenernos cuando nos caemos y sostenerlos cuando ellos lo hacen. La misma vida-escuela nos presento desvíos en nuestros caminos y algunas cosas no salieron como las pensamos. Familia, parejas, estados emocionales, coyuntura económica y política, en fin, aquello que algunos llaman destino, hizo que terminemos la Universidad en momentos distintos y yo me adelantase en comenzar el viaje. Mucho fue lo que caminé y muchos amigos conocí, pero mi hermano no estaba conmigo. Meses después de mi regreso, era su turno de caminar y otra vez nos quedamos con las ganas de compartir huellas. Con Fede compartimos estudios, comidas y encuentros familiares, fiestas y salidas, trabajo y proyectos, alegrías y tristezas, risas y llantos, pero nos quedaba una cosa, esa cosa que soñamos de jóvenes: “viajar juntos”. ¿Qué hacer entonces? ¿Aceptar el destino esquivo o cambiarlo? El tiempo y mis maestros de la vida, me enseñaron a entender el destino no como una tragedia melancólica y shakesperiana, sino como una fuerza liberadora; todo lo que no nos libera no es parte del llamado destino, sino más bien productos de nuestras dudas y temores. Decido entonces alejar estas últimas con mis certezas y alegrías, la certeza de un camino recorrido, la alegría de saberme libre para elegir. Hoy elijo aprovechar la oportunidad y convertir en realidad esos proyectos de juventud junto a mi amigo.
Salgo, con retraso y muchos kilómetros atrás, pero salgo. Lento pero firme, viajo. Y tras mucho viajar los alcanzo a Fede, Vicky y Fusca, bien al norte del Perú, casi cayéndose sobre Ecuador. Estamos en Máncora, es mediodía y el Sol está bien alto, el cielo completamente despejado y hace calor, mucho calor. La playa esta increíble, la arena suave, el mar calmo y el viento agradable. Es lunes 4 de junio del 2012 y quiero atesorar este día en mi memoria por siempre. Este día es parte de nuestro destino y nuestra realidad; este día es lo que es porque así elegimos que sea; es nuestra voluntad, nuestra y de nadie más. Si me preguntan cómo va a terminar este día o como seguirá el viaje,  mi respuesta seria: “no tengo la menor idea”. Pero hay una cosa que puedo afirmar con seguridad: este es el primer día de esa aventura que soñamos de jóvenes, esos proyectos a través de los cuales construimos una amistad, celebrando las coincidencias y aceptando las diferencias; al fin y al cabo eso es la amistad; aceptar lo que nos separa, celebrar lo que nos une y así convertirnos en hermanos. Y si extendemos esto a la totalidad de la existencia en el Planeta y el Universo, así nos convertiremos todos en hermanos; no porque nos necesitemos los unos a los otros, sino porque al aceptarnos nos sentiremos iguales, idénticos, sernos uno. Entonces alzo mi mirada al cielo, contemplo y digo gracias. Es esto lo que deseo compartir y transmitir. No importa las condiciones, el lugar, ni el tiempo; importa lo que sentimos en el corazón. Mi corazón se siente profundamente alegre y agradecido por estar viajando junto a mi hermano. De aquí en más, todo es cuenta a favor. Gracias.”
“No dejes que termine el día sin haber crecido un poco,
sin haber sido feliz, sin haber aumentado tus sueños.
No te dejes vencer por el desaliento.
No abandones tus ansias de hacer de tu vida algo extraordinario.
No permitas que la vida te pase a ti sin que la vivas…”
No te Detengas. (Fragmentos) Walt Whitman


Walter llegó, y eso nos alegra. El reencuentro se produce y las palabras fluyen. La mente genera palabras y la boca no es ni tan rápida ni tan expresiva para demostrar nuestros sentimientos. Pero tenemos algo a favor y se llama tiempo. Tiempo para hablar, tiempo para recordar, tiempo para planificar, tiempo para soñar. Un día encontramos el tiempo, estaba ahí cerquita, en el mundo, dando vueltas. Y lo mejor que no es solo nuestro, es de todos. Como siempre, solo depende de nosotros encontrarlo…

6 comentarios:

Graciela Gatto dijo...

Es un placer leerlos, seguirlos, conocerlos,aprendo cada día un poco más de sus experiencias...gracias por compartirlas....

FEDE, VICKY Y EL FUSCA dijo...

morochis lindaaaaaa que lindo que es tener mensajes tuyos!!!!

Zurdo dijo...

Muy bueno che!!!

gaston dijo...

capitan que flaco esta, debes estar rapidisimo.abrazo y que siga todo bien

Walter Cornejo dijo...

flaco está,.... rapidísimo?..hummmm...no se me permite hablar de eso!!!

MORISTAR dijo...

Hey Fede y Vicky, claro que tienen que volver y yo se que regresaran antes que Walter! los estare esperando en Lamud :) Mucha suerte con su viaje, ya les falta poco, asi que sigan adelante!!!! Un abrazo para los 2!