Rio Amazonas. |
Desde el
momento que salimos de Buenos Aires, ese 18 de noviembre de 2011, pensamos en
el reencuentro. Con la familia, los amigos, nuestras cosas, el barrio, San
Lorenzo (en mi caso). Irse lejos de tu lugar es extrañar, extrañar es recordar,
recordar es mantener vivo el pasado para imaginar el futuro todos juntos, como
siempre. Pero diferente.
Esa lejana despedida
nos hace soñar con una llegada memorable, entrañable. Pero dentro del viaje
también existen despedidas y reencuentros. Y desde que partimos de la selva
hasta salir de Perú, se produjeron muchos de estos.
El regreso de
Iquitos a Lámud fue tan demoledor como la ida. Para que se imaginen: dormís en
una cama y te duchás un día, y después de tres días de barco, uno de bus y un taxi,
llegás a la madrugada, sucio y cansado. Pero todo vale la pena. En el regreso,
paramos unas horas en Tarapoto y comenzó el primer reencuentro. Michael, quien
nos alojó en Chiclayo, estaba de paso y coincidimos unos minutos en la plaza.
Recuerdos, abrazos y nuestra primera sensación de regreso. Tarapoto era una
ciudad desconocida para nosotros, de golpe se transforma en el living de tu
casa.
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Con Roxi. |
Lámud nos
regaló otro momento de alegría. Roxi nos recibe, siempre alegre, y la sensación
de ambiente familiar brota en el aire. Salir sabiendo que te esperan te da la
seguridad que cualquier viaje en tu vida tiene un fin, un regreso. La casa de
Roxi era nuestra casa, ella una hermana y Fusca el amigo incondicional. Si,
diez días sin él se convierten en un martirio. Esperar un micro, hacer dedo y
todas esas cosas las dejo para la gente paciente. Nosotros preferimos el bólido
amarillo.
Pasamos unos
días más, intenté nuevamente con la pesca (¿hace falta aclarar los resultados? El
día que pesque algo publicaré una entrada solo para contarlo) y nos tuvimos que
ir. El permiso de estadía en Perú nos apretaba y necesitábamos partir. Última
cena con Roxi y Sarita y a la mañana partimos hacia Piura. ¡¡¡Gracias por todo
Roxi, prometemos volver más rápido que Walter!!!
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Imposible no volver. |
Salimos e hicimos
noche en un peaje, el mismo de la ida. Nuevamente dormir en el auto, amanecer
entre montañas, saludar a la mañana a desconocidos, pedir permiso e
higienizarse en un baño público. ¿Incómodo? No, glorioso. Salimos y en Piura
nos espera Javier, primo de Jorge que tanto nos ayudó en Chiclayo. Y una vez
más nos da una mano. Entramos a la ciudad, lo esperamos en un shopping y la
buena onda que nace. ¿Cómo explicarles que se siente cuando una familia
desconocida en menos de 24 horas te reciba, te lleve con su auto a recorrer, te
invite a cenar, desayunar, a dormir en su casa y al otro día le decís “me tengo
que ir”? La sensación de deuda es eterna. Javier, Slavika y sus hijos (dos niños que a
los pocos segundos de conocernos nos decían tíos) nos mostraron que un extraño
no es alguien que no conocés, sino que ignorás. Y por si fuera poco, nos
acompaña hasta la salida de la ciudad. No nos vamos a cansar de decirlo ¡¡¡Gracias!!!
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Una familia que nos llenó el corazón. |
Nuestro destino
es Máncora. Mar pacífico nuevamente, promesa de buenas ventas y un reencuentro
especial. Walter, tan nombrado en este blog, nos prometió llegar acá y
compartir parte del viaje. El ya recorrió Sudamérica y pueden seguir su viaje (http://www.america-depie.blogspot.com/).
Creo que casi todos saben la historia de cómo surgió esta aventura. Para los
que no, qué mejor que el propio protagonista cuente un poco como fue:
Montañita,
Ecuador. Lunes, 18 de Junio del 2012
“Si hoy me preguntan si me imaginaba viajando
con Fede por América, sin dudarlo respondería: “Por supuesto que sí”. En
general esta frase termina diferente, pero en mi caso si dijese lo contrario
solo estaría faltando a la verdad. Conozco a Fede desde hace muchos años,
muchos y largos. Y aunque una de las primeras veces que nos hablamos, allá por
los ´90, no fue de forma muy amistosa pero si simpática (algunos conocerán la
anécdota), siempre hemos tenido una muy buena relación. El secundario nos
presentó, la universidad forjó nuestra amistad y la vida nos hizo crecer como
amigos, compañeros y, en lo personal, como el hermano que nunca tuve.
Justamente, fue en esos largos, casi eternos años de Universidad, donde nos
propusimos viajar una vez terminados los estudios. Esos años llenos de sueños y
proyectos son maravillosos; el empuje, el énfasis y el idealismo de los 20 y
pico son inigualables. Hay un pulsar interno que nos lleva a buscar grandes
logros, a ir por grandes conquistas y en definitiva, la concreción o no de
estas, consolida nuestro carácter y voluntad hacia adelante. Pero esa
conquista, fundamentalmente, es interna. Si sabemos elegir correctamente
nuestros sueños y proyectos, nos estaremos conquistándonos a nosotros mismos,
porque esos sueños, sin duda, se cumplan o no, nos convierten en mejores seres
humanos.
La vida, con su generosidad de madre, nos
regala compañeros de viaje para sostenernos cuando nos caemos y sostenerlos
cuando ellos lo hacen. La misma vida-escuela nos presento desvíos en nuestros
caminos y algunas cosas no salieron como las pensamos. Familia, parejas,
estados emocionales, coyuntura económica y política, en fin, aquello que
algunos llaman destino, hizo que terminemos la Universidad en momentos
distintos y yo me adelantase en comenzar el viaje. Mucho fue lo que caminé y
muchos amigos conocí, pero mi hermano no estaba conmigo. Meses después de mi
regreso, era su turno de caminar y otra vez nos quedamos con las ganas de
compartir huellas. Con Fede compartimos estudios, comidas y encuentros
familiares, fiestas y salidas, trabajo y proyectos, alegrías y tristezas, risas
y llantos, pero nos quedaba una cosa, esa cosa que soñamos de jóvenes: “viajar
juntos”. ¿Qué hacer entonces? ¿Aceptar el destino esquivo o cambiarlo? El
tiempo y mis maestros de la vida, me enseñaron a entender el destino no como
una tragedia melancólica y shakesperiana, sino como una fuerza liberadora; todo
lo que no nos libera no es parte del llamado destino, sino más bien productos
de nuestras dudas y temores. Decido entonces alejar estas últimas con mis
certezas y alegrías, la certeza de un camino recorrido, la alegría de saberme
libre para elegir. Hoy elijo aprovechar la oportunidad y convertir en realidad
esos proyectos de juventud junto a mi amigo.
Salgo, con retraso y muchos kilómetros atrás,
pero salgo. Lento pero firme, viajo. Y tras mucho viajar los alcanzo a Fede,
Vicky y Fusca, bien al norte del Perú, casi cayéndose sobre Ecuador. Estamos en
Máncora, es mediodía y el Sol está bien alto, el cielo completamente despejado
y hace calor, mucho calor. La playa esta increíble, la arena suave, el mar
calmo y el viento agradable. Es lunes 4 de junio del 2012 y quiero atesorar
este día en mi memoria por siempre. Este día es parte de nuestro destino y
nuestra realidad; este día es lo que es porque así elegimos que sea; es nuestra
voluntad, nuestra y de nadie más. Si me preguntan cómo va a terminar este día o
como seguirá el viaje, mi respuesta
seria: “no tengo la menor idea”. Pero hay una cosa que puedo afirmar con
seguridad: este es el primer día de esa aventura que soñamos de jóvenes, esos
proyectos a través de los cuales construimos una amistad, celebrando las
coincidencias y aceptando las diferencias; al fin y al cabo eso es la amistad;
aceptar lo que nos separa, celebrar lo que nos une y así convertirnos en
hermanos. Y si extendemos esto a la totalidad de la existencia en el Planeta y
el Universo, así nos convertiremos todos en hermanos; no porque nos necesitemos
los unos a los otros, sino porque al aceptarnos nos sentiremos iguales,
idénticos, sernos uno. Entonces alzo mi mirada al cielo, contemplo y digo
gracias. Es esto lo que deseo compartir y transmitir. No importa las
condiciones, el lugar, ni el tiempo; importa lo que sentimos en el corazón. Mi
corazón se siente profundamente alegre y agradecido por estar viajando junto a
mi hermano. De aquí en más, todo es cuenta a favor. Gracias.”
“No dejes que
termine el día sin haber crecido un poco,
sin haber sido
feliz, sin haber aumentado tus sueños.
No te dejes vencer por
el desaliento.
No abandones tus
ansias de hacer de tu vida algo extraordinario.
No permitas que la
vida te pase a ti sin que la vivas…”
No te Detengas. (Fragmentos) Walt
Whitman
Walter llegó, y eso nos alegra.
El reencuentro se produce y las palabras fluyen. La mente genera palabras y la
boca no es ni tan rápida ni tan expresiva para demostrar nuestros sentimientos.
Pero tenemos algo a favor y se llama tiempo. Tiempo para hablar, tiempo para
recordar, tiempo para planificar, tiempo para soñar. Un día encontramos el
tiempo, estaba ahí cerquita, en el mundo, dando vueltas. Y lo mejor que no es
solo nuestro, es de todos. Como siempre, solo depende de nosotros encontrarlo…
6 comentarios:
Es un placer leerlos, seguirlos, conocerlos,aprendo cada día un poco más de sus experiencias...gracias por compartirlas....
morochis lindaaaaaa que lindo que es tener mensajes tuyos!!!!
Muy bueno che!!!
capitan que flaco esta, debes estar rapidisimo.abrazo y que siga todo bien
flaco está,.... rapidísimo?..hummmm...no se me permite hablar de eso!!!
Hey Fede y Vicky, claro que tienen que volver y yo se que regresaran antes que Walter! los estare esperando en Lamud :) Mucha suerte con su viaje, ya les falta poco, asi que sigan adelante!!!! Un abrazo para los 2!
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